En los años setenta, cuando la informática todavía daba sus primeros pasos, cada componente representaba un salto tecnológico enorme. Hoy te traigo uno de esos pequeños tesoros: un chip de memoria ROM de apenas 256 bytes, una capacidad ridícula comparada con cualquier dispositivo actual, pero absolutamente revolucionaria en su momento. El chip, que era un EPROM que almacenaba en su interior software, formó parte de una placa que contó con un Intel 4004, considerado el primer microprocesador de la historia. A comienzos de los años 70, este chip abrió la puerta a la miniaturización de la electrónica, permitiendo que procesadores completos cupieran en un solo integrado. Aquello fue el inicio de la informática personal tal y como la conocemos. Lo increíble es pensar que sistemas enteros funcionaban con combinaciones tan modestas: un procesador de 4 bits y una memoria diminuta, pero suficiente para controlar calculadoras, equipos industriales y algunos de los primeros dispositivos electrónicos programables. Hoy vamos a mirar de cerca este chip histórico, ver cómo estaba construido y comprender por qué estos 256 bytes representan mucho más que una cifra: simbolizan el nacimiento de una era ¿Listo para viajar al origen del microprocesador?
Echa un vistazo al vídeo completo y descubre todos los detalles de esta joya histórica. Y ya sabes: déjame tus comentarios, dudas o recuerdos en la caja de abajo ¡Te leo encantado!