Tras la Segunda Guerra Mundial, J. Lyons & Co., una cadena británica de té y pastelerÃa, buscaba mayor eficiencia. Inspirada por avances en computadoras como EDSAC en Cambridge, la empresa decidió dar un paso más allá: crear su propio ordenador pensado para resolver problemas empresariales.
Durante sus primeras pruebas prácticas, LEO I, demostró su valor gestionando las cuentas de la panaderÃa J. Lyons con mayor velocidad y precisión que cualquier equipo humano. Sin duda, era una proeza para su época.
El objetivo de este vÃdeo corto es recordar al considerado primer ordenador comercial de la historia, el LEO I de 1951.