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En el año 1996 muchos usuarios descubrieron, con gran sorpresa, que el ordenador que tenían en el domicilio no se correspondía con lo que habían comprado. El protagonista de aquella historia, saltada a la primera plana de la opinión pública en el año 1996 en España, fueron los microprocesadores de pegatina.
En el año 1996 existía diferencia económica entre comprar un Intel 80486 o un Intel Pentium, incluso existía una diferencia económica destacable entre comprar un Intel Pentium de una velocidad comparado a otro de mayor velocidad. En ese año 1996 se descubrió que algunos ensambladores de ordenadores habían vendido equipos basados en Intel Pentium a 75 Mhz o 90 Mhz como si fueran realmente Pentium a 100 Mhz. Y aquella trampa también se dio con ordenadores vendidos como Intel Pentium a 133 Mhz cuando realmente eran Pentium a 120 Mhz... la historia de los microprocesadores de pegatina...
Existieron microprocesadores 486 de otros fabricantes competidores de Intel, que eran más baratos, reconvertidos para ser vendidos como Intel Pentium oficial.
Otros casos reportados, más alarmantes si cabe, tenían que ver con el uso de microprocesadores 486 de otros fabricantes competidores de Intel, que eran más baratos, reconvertidos para ser vendidos como Intel Pentium oficial... este último caso fue puntual, pero el que más ganancia pudo reportar al estafador.
La historia de aquel engaño fue, cuando menos, muy popular en el año 1996, sobre todo por las técnicas utilizadas para enmascarar la trampa que fueron realmente curiosas una vez que se tuvo conocimiento de la magnitud de los hechos. Con el paso de los años aquella historia se quedó en el olvido, y las nuevas generaciones de usuarios e informáticos nacidas con la portabilidad y los dispositivos móviles bajo el brazo, probablemente nunca hayan oído hablar de aquellos sucesos que tuvieron importante repercusión; no fueron sucesos aislados, fueron objeto de un fraude masivo.
Una pegatina certificaba que el microprocesador era un Pentium de 100 o 133 Mhz de velocidad.
El engaño fue dado a conocer cuando muchos usuarios comenzaron a reportar que sus ordenadores disponían de una pegatina entre el disipador y el microprocesador. Aquella pegatina certificaba que el microprocesador era un Pentium de 100 o 133 Mhz de velocidad. Pero al ser retirada dicha pegatina quedaba visible la serigrafía original donde se descubría que realmente era un Pentium a 75 o 90 Mhz en el primer caso, o un Pentium 120 Mhz en el segundo caso. Todo el engaño fue sustentado en serigrafiar unas pegatinas con una nueva descripción para ser pegada encima de la original de fábrica existente en el microprocesador.
Aquellos microprocesadores «renombrados» se les llamó microprocesadores de pegatina. También fue cierto que muchos usuarios no se atrevieron a retirar la pegatina porque incorporaba un mensaje que pasó a la historia de la informática: «Void garanty if removed».
Pulir la serigrafía original de fábrica fue el siguiente paso para mejorar la trampa de los microprocesadores de pegatina.
Muy poco tiempo después, el engaño fue mejorado dejando de usar una pegatina para, directamente, pulir la serigrafía original de fábrica, normalmente en relieve, para serigrafiar una nueva descripción. A estos microprocesadores «falseados» se les conoció como microprocesadores remarcados.
¡Cuántos usuarios abrimos el ordenador para comprobar si teníamos la famosa «pegatina»! El caso de los «remarcados» era más complicado de comprobar ya que la calidad del pulido y la nueva serigrafía solía confundirse con facilidad con el serigrafiado del fabricante. No obstante existían métodos vía software para detectar si el procesador era remarcado.
Una práctica habitual con los remarcados fue hacer, además, un overclocking.
El gran problema del fraude de los remarcados -con o sin pegatina- ya no era solo el «engaño» de vender un microprocesador superior siendo realmente inferior, sino que la práctica habitual con los remarcados fue hacer, además, un overclocking siendo configurados con las características que realmente no disponían, con el objetivo de forzar la velocidad que se supone que debía soportar, cuando realmente no estaban diseñados para ello. Y se dieron casos de microprocesadores quemados por ese overclocking.
Con el paso de los años existieron otros fraudes similares, pero siempre en el marco de unos hechos puntuales, y sin llegar a ser tan masivos como los sucesos del año 1996, ocurridos en medio de un gran crecimiento del consumo informático en España y que terminaron por estar en boca de todos los usuarios y aficionados a la informática personal.
Existieron microprocesadores 486 de otros fabricantes competidores de Intel, que eran más baratos, reconvertidos para ser vendidos como Intel Pentium oficial.