Durante la segunda mitad de los años ochenta, la informática personal vivió un auténtico auge en España, y hacia el final de la década se popularizó el uso de los ordenadores compatibles con el estándar PC. En ese contexto llegaron los disquetes de 3,5 pulgadas: primero los de baja densidad, y poco después los de alta densidad, que ofrecían el doble de capacidad. Sin embargo, la diferencia de precio entre ambos era notable. Por eso, muchos optaban por comprar disquetes de baja densidad y, con la ayuda de un mechero y un destornillador, modificarlos para alcanzar la misma capacidad que los de alta densidad.
En este short voy a recrear el proceso resumido de duplicación de la capacidad de un disquete de baja densidad con un destornillador de estrella y un mechero.