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Guardar disquetes infectados con virus informático, agujerear un disco de 3,5 pulgadas, utilizar CD-ROM con Caddy, limpiar la superficie de un CD antes de ser utilizado, conectar ordenadores mediante puerto serie, dar vuelta a un disquete para grabar por la otra cara... son actos extraños en la actualidad, pero muy habituales allá en los años ochenta y noventa.
Posiblemente, la década de los años ochenta haya sido la edad de oro de la informática; en la década de los años setenta se creó la informática personal, y en la década de los años ochenta se desarrolló y llegó a los hogares. En aquellos míticos años, los que tuvimos oportunidad de trabajar sobre los famosos ordenadores de 8 bits basados en el Zilog Z80, el Intel 8088, el NEC V20, o el Motorola 68000, hacíamos determinadas cosas que realmente suenan extrañas en la actualidad. En este artículo pasaré a comentar algunas de esas extrañas cosas basándome en mi propia experiencia... y en la de terceros también.
Contar con unidad de disco era un lujo...
Usando cintas magnéticas en ordenadores con unidad de disco
Mi primer ordenador fue un Amstrad CPC 6128, y aquel ordenador fue de los primeros que incorporaron una unidad de disco de tres pulgadas -integrada en el teclado-. Aquello era un gran avance, porque en el mundo de los 8 bits lo normal era utilizar cartuchos -en los sistemas MSX-, o un interfaz de cinta teniendo que cargar los programas en un lento proceso que tardaba diez o quince minutos. Lo de la unidad de disco era un lujo, los programas se cargaban y se guardaban instantáneamente; un gran avance para aquellos años. Lo extraño de todo es que terminé por comprar un interfaz de cinta en mi Amstrad y lo utilizaba prácticamente más que la unidad de disco, teniendo que esperar los famosos quince minutos para cargar los programas ¿Por qué? Porque lo habitual era encontrar otros usuarios de Amstrad que contaban con el modelo CPC 464, más económico y con interfaz de cinta en lugar de unidad de disco. Conseguir e intercambiar software era más difícil en la mitad de los años ochenta, que en otras épocas posteriores. Además, los videojuegos en disco eran mucho más caros que los videojuegos en cinta... casi todos los que compré estaban en soporte cinta.
Dar vuelta a un disco informático
Dar vuelta a una cinta de música o a un disco de música de vinilo era un proceso necesario y habitual... pero... ¿qué hay de dar vuelta a un disco informático? En los años ochenta, y en muchos ordenadores del mundo de 8 bits, el disco contaba con dos caras, pero la unidad solo leía al mismo tiempo por una de ellas. Por ejemplo, en el Amstrad CPC 6128 o en la serie Amstrad PCW era necesario dar vuelta al disco físicamente para leer o grabar por la otra cara, algo inherente para los discos de 5¼ ó 3½ pulgadas habituales en el mundo PC.
Con un destornillador candente se hacía un agujero en un disquete de 3,5 pulgadas para duplicar su capacidad.
Agujereando los discos de 3,5 pulgadas
A finales de los ochenta y principios de los noventa era una práctica habitual usar un destornillador y los típicos fogones de las cocinas de gas para aumentar la capacidad de un disco informático ¿Por qué? Porque en el año 1987 aparecieron los discos 3,5 pulgadas de alta densidad que contaban con 1440 Kilobytes de capacidad, exactamente el doble que el disco normal de 3½ pulgadas de doble densidad; aquellos modernos discos eran mucho más caros, y permitían almacenar el doble de capacidad. Cuando a un disco de 3½ pulgadas de doble densidad se le hacía un agujero paralelo en el lado opuesto al de protección contra grabación, el disco podía ser formateado como uno de alta densidad. Así que el destornillador y el mechero o el fogón de gas fueron elementos imprescindibles para la ampliación de memoria de algunos dispositivos informáticos (para conocer algo más sobre el famoso truco del agujero, pulsar aquí).
Limpiando la superficie de los primeros CD-ROM
Al igual que los antiguos discos de música de vinilo, los primeros discos CD-ROM necesitaban de la típica almohadilla para limpiar la superficie ¿Por qué? Porque los primeros discos de CD-ROM no llevaban el encapsulado de plástico de protección de la superficie que sí llevan los modernos. Era realmente curioso ver como se limpiaba el CD-ROM, de la misma forma que un vinilo, antes de ser introducido en la unidad lectora.
Las primeras unidades de CD-ROM eran muy diferentes a los posteriores DVD o Blue-Ray.
Introduciendo el CD-ROM en el «Caddy»
En los primeros años del «Compact Disc», la mayoría de unidades de disco no contaban con un soporte interior para colocar directamente el CD-ROM, sino que utilizaban un encapsulado exterior llamado «Caddy», donde era introducido el disco en su interior antes de ser insertado... en realidad lo que se insertaba era el «Caddy» con el disco en su interior. El «Caddy» no solo fue utilizado en CD-ROM, incluso los primeros discos Blue-Ray contaron con aquel soporte externo. El«Caddy» era manejable, hasta que aparecieron las unidades lectoras de «Compact Disc» que no lo necesitaban, y la nueva costumbre con los nuevos dispositivos provocó en muchas ocasiones que se introdujera, por error, un disco sin «Caddy» en una unidad que lo requería... os puedo asegurar que se sudaba tinta para poder sacar el disco sin «Caddy» del interior de aquellas unidades que lo requerían; en algunos casos era necesario desmontar la unidad completa.
Conectar dos ordenadores con un cable serie
Cuando empezaron a proliferar los ordenadores con unidades de 3,5 pulgadas no había unidades externas flash, ni Internet, ni medios de almacenamiento portables. Entonces, pasar el software de ordenadores más antiguos con disquetera de 5¼ a los modernos era realmente complicado, debido a que en aquellos años no era habitual encontrar un ordenador con ambas disqueteras. A finales de los ochenta era habitual conectar mediante cable serie dos ordenadores cercanos entre sí para traspasar, mediante un software específico, datos de un ordenador a otro. Huelga decir que pasar archivos grandes con un puerto serie podía ser eterno. Otra solución hubiera sido utilizar alguna disquetera externa, pero no eran periféricos de uso común o habitual. Los ordenadores con ambas disqueteras solucionaron el problema.
Cuando un ordenador se infectaba con un virus, era habitual guardar un disquete infectado.
Guardando los virus informáticos
A finales de los años ochenta, comienzan a tener importante difusión los primeros virus informáticos fruto del crecimiento de la informática en los hogares y del intercambio de software mediante disquetes... porque Internet no existía. En aquellos años los virus se eliminaban manualmente, pero una práctica habitual era guardar, al menos, un disquete infectado. Algunos lo utilizaban para vengarse de alguien en un momento dado... en mi caso los guardaba para hacer experimentos con aquellos programas auto-replicantes y estudiar su funcionamiento. Había gente que contaba con una importante colección de virus debidamente etiquetados y almacenados.
Cuando se metía la velocidad «Turbo»
Los ordenadores del mundo PC de finales de los ochenta contaban con «Turbo»... sí... tal cual como suena... tenían una velocidad llamada «Turbo» en la que el ciclo de reloj era mayor. Por ejemplo, en el caso de muchos ordenadores basados en el microprocesador Intel 8088, contaban con la velocidad de 4,77 Megahercios, y una velocidad «Turbo» de 8 Mhz, seleccionable mediante software o por medio de un botón existente en la carcasa. Lógicamente, todos los usuarios tenían el ordenador configurado siempre en velocidad «Turbo». En teoría se añadió la opción para ralentizar el ordenador cuando se requería la ejecución de algunos programas antiguos.
Contar con unidad de disco era un lujo...