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En los años noventa la formación profesional en informática a nivel público era muy diferente a la actual. Como siempre hacemos en esta web, vamos a relatar una experiencia personal real sobre el sistema educativo de los noventa en lo que a formación profesional refiere.
En el año 1994 no hacía mucho tiempo que había terminado el bachiller y COU, y decidí cursar estudios de informática en un centro público destinado a la formación profesional... mi idea era obtener una titulación en aquello que se me daba bien en aquellos años de juventud, la informática. Pero voy a tratar una época donde no existía la ESO actual, ni grados medio o grados superiores.
Una vez terminados los estudios de la EGB existían dos caminos «voluntarios» a seguir: el Bachiller o la Formación Profesional.
Antes de continuar es necesario exponer el escenario educativo de aquellos años de la primera mitad de la década de los noventa: Una vez terminados los estudios de la EGB (Educación General Básica), existían dos caminos «voluntarios» a seguir: el Bachiller y la Formación Profesional.
El Bachiller estaba enfocado a obtener unos conocimientos de cultura general, formación oficial distribuida en tres años lectivos. Al finalizar con éxito los tres años, se podía acceder al COU (Curso de Orientación Universitaria), que era un año lectivo extra enfocado a formar una base sólida para, posteriormente, acceder a los estudios universitarios.
En el otro camino se encontraba la Formación Profesional... un trayecto educativo destinado a preparar a los alumnos para un mundo laboral a escala técnica, estudios divididos en diferentes especialidades. En aquellos años, la Formación Profesional estaba dividida en dos etapas: la FP I y la FP II.
La FP II se dividía en dos opciones diferentes: el Régimen de Enseñanza General, de dos años de duración, y el Régimen de Enseñanza Especializada de tres años lectivos.
La FP I se componía de dos años lectivos, y era una vía «generalista» y paralela al 1º y 2º de BUP, equivalente en la actualidad al título de la ESO. La FP II se dividía en dos opciones diferentes: el Régimen de Enseñanza General, con otros dos años de duración, y el Régimen de Enseñanza Especializada, que se componía de tres años lectivos, titulación equiparable al Técnico Superior actual. En definitiva, aquel que eligió el camino de la Formación Profesional en una especialidad requería cinco años lectivos para culminar con éxito y obtener el famoso título de Técnico Especialista. Terminar la FP I también tenía premio, pero en el marco de una titulación inferior: Técnico Auxiliar.
Lo normal, una vez terminada la educación obligatoria (edad situada de aquella en 14 años), era iniciar la vía del bachiller, y terminar en la universidad, o elegir la rama de la Formación Profesional, y terminar desarrollando una profesión técnica. En mi caso personal tiré por una vía menos común: terminé COU, y me pasé a la Formación Profesional ¿Por qué? Porque los estudios universitarios de informática de aquellos años no me convencieron... la parte práctica era inexistente. He de señalar que años más tarde terminé en la Universidad, cursando una ingeniería superior de informática...
De los cinco años, prácticamente me convalidaron tres años completos.
La ventaja de tener COU aprobado fue la convalidación del primer año de FP I entero, la mayor parte del segundo curso, y una parte importante del primer curso de FP II. En total, de los cinco años prácticamente me convalidaron tres años completos, faltaron un par de asignaturas para cerrar el tercer curso completo convalidado. Lo curioso del asunto fue que no me convalidaron la asignatura de inglés, cuando venía de cursar esa asignatura durante cuatro años de instituto a un nivel más alto que el cursado a posteriori en la Formación Profesional.
Entonces, en el año 1994, inicié un nuevo camino desconocido para mí buscando obtener un título de Formación Profesional en informática: Técnico Especialista en Programación. Y las sorpresas en el trayecto fueron muchas...
En primer lugar, se hace necesario comentar que en la primera mitad de los años noventa la informatización era reducida, y la población general no disponía del conocimiento básico masivo que dispone en la actualidad... el conocimiento general en la población sobre la ciencia informática era muy inferior al actual, principalmente porque la sociedad actual vive rodeada de informática... la llevamos encima a todas partes. Y por ello, en 1994, entender la lógica de la programación o el sentido abstracto de un sistema operativo basado en texto, como Unix y MS-DOS, era un problema global. El terror de todo alumno de la Formación Profesional en informática era la asignatura de Metodología de la Programación...
A los alumnos les costaba entender aquello de escribir programas en pseudocódigo en papel.
El porcentaje de suspensos en la asignatura de Metodología era elevadísimo... a los alumnos les costaba entender aquello de escribir programas en pseudocódigo en papel... a mí me fue bien, saqué sobresaliente, pero por una sencilla razón... llevaba más de siete años programando cuando cursé la asignatura, cuando lo normal era que la mayoría de los alumnos ni siquiera tenían ordenador en casa. El profesor de la asignatura tampoco ayudaba mucho... no se explicaba como un libro abierto precisamente...
Otra asignatura interesante era la de Matemáticas Especiales, que se centraba en trabajar sobre unas matemáticas enfocadas a la informática... sistemas de numeración, formas canónicas, álgebra de Boole... etcétera. Con el moderno sistema educativo, y la transformación de la Formación Profesional en los Ciclos Formativos, cualquier rastro de matemáticas desapareció... en este punto el sistema educativo fue a peor...
También existía una estupenda, y al mismo tiempo dura, asignatura de Ensamblador, y esta parte era muy importante... porque «trastear» con un lenguaje de bajo nivel como aquel aportaba un conocimiento nada despreciable sobre el funcionamiento más básico de un ordenador. La asignatura fue dificultosa, principalmente porque me tocó un profesor ciertamente excéntrico.
Existía una asignatura de Sistemas Operativos que, evidentemente, ocupaba el Unix.
En la Formación Profesional en informática existían en 1994 unas asignaturas definidas en una ley del año 1978... algunas de aquellas asignaturas se habían quedado anticuadas. Por ejemplo, existía una asignatura de Sistemas Operativos que, evidentemente, ocupaba el Unix, pero se aprovechó otra asignatura ya anticuada para incluir un año lectivo sobre MS-DOS, que era el sistema operativo más demandado del momento en lo que al mundo de la informática de usuario refiere.
En el apartado de la programación, aparte de hacer pseudocódigo en papel en la asignatura de Metodología, existía una asignatura de Cobol, el lenguaje de programación de aplicaciones de gestión más antiguo, pero aquella asignatura se basó en desarrollar todo en papel... en las famosas plantillas destinadas a la programación sin ordenador. Existían algunas asignaturas más pero, desde mi punto de vista, de menor importancia -o quizás interés-.
El profesor de MS-DOS no tenía más idea del sistema operativo que cualquier persona que tuviera un PC en su domicilio en aquellos años.
En cierto modo, mi experiencia personal en aquellos casi tres años de estudios fue más bien de resultado negativo; esperaba más práctica, todos los exámenes se hacían en papel sin tocar el ordenador, incluidos los de Unix y MS-DOS, y fuera de los exámenes la práctica también fue tremendamente escasa; el equipamiento informático en las aulas era escaso y anticuado. El profesorado estaba en una escala de edad alta, cercana a la jubilación, y su conocimiento no llegaba a un mínimo deseado para un profesor de un centro oficial de estudios. Además, para rematar, era evidente que la mayor parte del profesorado estaba «quemado», y estaban allí «recolocados» para dar los últimos pasos laborales. Por ejemplo, el profesor de MS-DOS que tuve no tenía más idea del sistema operativo que cualquier persona que tuviera un PC en su domicilio en aquellos años.
Unos años después cursé un Ciclo Formativo de Grado Superior de Desarrollo de Aplicaciones Informáticas, y el resultado fue mucho mejor: aulas bien equipadas, la media de edad de los profesores más baja, formación totalmente práctica en un 80%, y tecnologías impartidas modernas -totalmente al día podría afirmar-. La sensación fue totalmente positiva, y terminé los estudios con otra sensación diferente sobre lo que había cursado en la antigua Formación Profesional entre los años 1994 y 1997. Es más, a día de hoy pienso que la Formación Profesional actual es una opción profesional fuerte, y mucho más valorada que hace veinte años... para mí desarrollo profesional fue muy necesario y útil los estudios que cursé a posteriori, aquellos con los que obtuve el título de Técnico Superior. De la antigua FP no podría afirmar lo mismo. Después de cursar el Grado Superior, terminé en la Universidad, el mismo lugar donde no quise recalar en el año 1994.
Los profesores que tuve en el año 1994 pertenecían a otras especialidades diferentes, siendo «reconvertidos» para enseñar en materias de informática.
Otro punto importante a destacar tiene que ver con el profesorado; en la actualidad y en la Formación Profesional la mayor parte del profesorado cuenta en su currículo con estudios relacionados directamente con la informática, y en el año 1994 los profesores que tuve pertenecían a otras especialidades diferentes, siendo «reconvertidos» para enseñar a sus alumnos en una materia informática, algo que no era su base formativa.
Pero también es cierto, como comento en párrafos anteriores, que en la Formación Profesional moderna echo en falta algunas cosas de sistemas educativos anteriores, como una asignatura del estilo a las Matemáticas Especiales, o una asignatura de la informática mas profunda como puede ser el Ensamblador... ambas ayudarían a alcanzar un nivel de conocimiento sobre los ordenadores mucho más trascendental ¡En la vida no hay nada perfecto!
Seguro que existen miles de casos vitales, y mucha gente que no estará de acuerdo con las ideas plasmadas en este artículo de opinión -experiencias formativas a lo largo de los años hay tantas como personas-, el único objetivo de este artículo es compartir las experiencias que yo viví, y las conclusiones que saqué de todo aquello.
Una vez terminados los estudios de la EGB existían dos caminos «voluntarios» a seguir: el Bachiller o la Formación Profesional.