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Los fabricantes que decidieron crear ordenadores «PC Compatibles» hablaron de «clones» del IBM PC pero, en realidad, eran ordenadores ensamblados en una fabrica mediante un proceso industrial y utilizando los correspondientes controles de calidad.
El concepto de ordenador «clónico» (montaje de un ordenador) comenzó a ganar fuerza en España en los primeros años noventa y con el nacimiento, en primer lugar, de los ordenadores «PC Compatibles». En realidad un «clon» era un ordenador compatible con los IBM PC originales creados a partir de la «clonación legal» de la BIOS de IBM mediante ingeniería inversa... historia conocida bajo el nombre de la «La Habitación Limpia».
Los fabricantes que decidieron crear ordenadores «PC Compatibles» hablaron de «clones» del IBM PC pero, en realidad, eran ordenadores ensamblados en una fabrica mediante un proceso industrial y utilizando los correspondientes controles de calidad. Posteriormente, y a finales de los años ochenta, algunas distribuciones de fabricantes de ordenadores vieron la posibilidad de establecer una línea de negocio diferente: dejar de distribuir ordenadores, para comprar los componentes por separado y ensamblar sus propios ordenadores; todo gracias a que la arquitectura PC era totalmente modular por decisión de IBM, y se había estandarizado gracias a la «clonación» de la BIOS.
Aquella nueva visión de negocio no tardó en pasar, también, del distribuidor hacia el pequeño negocio final de informática ¿Por qué no ensamblar ordenadores «PC Compatibles» propios en una tienda de informática de ciudad? A partir del año 1990 muchas tiendas de informática, además de vender ordenadores ensamblados en fábrica, comenzaron a comprar componentes sueltos y a ensamblar sus propios ordenadores... había nacido el ordenador «clónico» tal y como se conoce en la actualidad.
Con una base media de conocimiento sobre software y hardware, cualquier persona se podía enfrentar al ensamblado de su propio ordenador.
A mediados de los años noventa, y en plena fiebre comercial de los ordenadores PC «clónicos», el sistema de auto-ensamblaje comenzó a ser popular más allá de la pequeña tienda de informática... llegó al usuario final. En realidad, con una base media de conocimiento sobre software y hardware, cualquier persona se podía enfrentar al ensamblado de su propio ordenador... o a actualizar un equipo más antiguo.
En el último lustro de la década de los años noventa se extiende una fiebre del «homemade» o «hecho en casa» en el mundo de la informática donde los usuarios se aventuran a comprar los componentes y a montar -o actualizar/ampliar- sus propios ordenadores, en muchos casos, y con la ayuda del nuevo Internet llegado en aquellos años, se construyeron ordenadores en base a tutoriales del tipo a '¿Cómo montar un ordenador paso a paso?'. En realidad solo era necesario un conocimiento medio sobre hardware y software, un destornillador de estrella y, como mucho, unas pinzas parecidas a las de depilar. En el aspecto de las ampliaciones, lo más común era la sustitución de placa base, microprocesador, y memoria RAM.
En el año 1998 el AMD K6-2 era uno de los microprocesadores más vendidos.
Nos situaremos en el año 1998... a finales de los noventa el gran debate al montar un ordenador «clónico» estaba en si se debía elegir un microprocesador Intel o AMD; Intel ofrecía el Pentium II mientras AMD ofrecía la novedosa serie K6 nacida gracias a la compra de la empresa NexGen, y el posterior uso de su tecnología. En el año 1998, por ejemplo, el AMD K6-2 era uno de los microprocesadores más vendidos; buen rendimiento y precio más económico que la histórica empresa Intel... AMD buscó ocupar el mercado del Pentium II. La comunidad estaba muy dividida entre los defensores de Intel y los de AMD, y la segunda empresa había quitado un porcentaje de mercado a la primera que nadie había logrado restar hasta ese momento.
El asunto del microprocesador se había convertido en un dolor de cabeza para el usuario final en el aspecto de la elección... los zócalos de Intel habían cambiado. Hasta la llegada del Pentium II, tanto AMD como Intel, utilizaban el mismo Socket 7, pero con el la nueva serie de Intel nació el microprocesador en «Slot», en detrimento del «Socket» -no mucho después volvería al «socket»-. Por lo tanto un Pentium II requería una placa base con «Slot 1», y un AMD K6 requería el nuevo zócalo «Super Socket 7». Al elegir un microprocesador, quedaba muy condicionada la elección de la placa base... se había creado una bifurcación inexistente hasta el momento. Y el hecho de cambiar de fabricante de procesador implicaba cambiar la placa base también. El siguiente paso después de elegir el procesador era la elección de un buen disipador y ventilador para el microprocesador, elementos imprescindibles para aquella época debido a la alta emisión de calor.
Lo común en 1998 para la velocidad del FSB en el montaje de un ordenador era disponer de velocidades 66 Mhz o 100 Megahercios, que eran las velocidades usadas para los microprocesadores de la época.
Una vez elegido el microprocesador, que lo común en el año 1998 era comprar un AMD K6-2 o un Intel Pentium II, tocaba elegir la placa base... y el asunto se complicaba un poco. La velocidad del bus (FSB o «Front Side BUS») variaba según el tipo de placa base, solían contar con varias velocidades; y el microprocesador era configurado mediante un multiplicador sobre el FSB. Por ejemplo: un Intel Pentium II a 300 Megahercios de velocidad era montado sobre una placa base de 66 Megahercios de velocidad y un multiplicador para el microprocesador de 4,5. Si ejecutamos el cálculo del FSB sobre el multiplicador obtenemos los 300 Megahercios de velocidad. Lo normal era configurar ambos valores mediante el uso de dos juegos de «jumpers» existentes en la placa base. En lo referente al FSB de la placa base, lo común en 1998 era disponer de velocidades 66 o 100 Megahercios, que eran las velocidades usadas para los microprocesadores de la época. Mas tarde llegarían placas base de 133 Megahercios.
Para facilitar la labor de montaje del ordenador «clónico» existían placas base que se configuraban los valores en BIOS y, para mayor facilidad del usuario, también existían algunas placas que auto detectaban la configuración correcta, por ejemplo las placas base QDI. En realidad, los amantes del montaje de ordenadores «clónicos», preferían una placa base con «jumpers» que también permitían la posibilidad de hacer «overclocking».
Elegir un buen «chipset» para la placa base era otro de los factores clave, ya que el juego de chips determina las diferentes posibilidades de nuestra placa base y qué microprocesadores admite. En 1998 era muy popular el «chipset» Intel Triton que, curiosamente, también soportaba microprocesadores AMD; algunos muy populares fueron: Intel 430VX o 430 HX. En el caso del «chipset» propio de AMD se podía encontrar el AMD-640 «chipset».
En lo referente a la tarjeta gráfica, se utilizaba el puerto AGP y lo normal era comprar una buena tarjeta gráfica con aceleración 3D vía hardware.
En el apartado de la memoria RAM no había lugar a mucha elección que no fuera la cantidad de memoria, lo normal era elegir módulos DIMM SDRAM de 168 contactos de la misma velocidad que el FSB de la placa base elegida (66 o 100 Megehercios). En lo referente a la tarjeta gráfica, se utilizaba el puerto AGP y lo normal era comprar una buena tarjeta gráfica con aceleración 3D vía hardware... las famosas aceleradores popularizadas por 3dfx Interactive con su Vo0doo. En el año 1998, entre las tarjetas gráficas más deseadas por los usuarios en España se encontraban los modelos Matrox Mystique y Matrox Millenium, aunque muchos usuarios se tenían que conformar con la económica S3 Virge o, quizás, una ATI 3D Rage gastando algo más de dinero.
En lo referente a las unidades de disco se incorporaba de serie a unidad de 3,5 pulgadas, un lector de CD-ROM (las grabadoras comenzaban a tener presencia pero eran caras), y un disco duro de 3,2 Gigabytes de capacidad. Todas las unidades eran conectadas mediante el estándar IDE -pocos se podían permitir unidades y controladora SCSI-.
Las tarjetas de expansión a insertar utilizaban los zócalos PCI que, para aquella época, ya eran ranuras «Plug and Play» que permitían la autoconfiguración... ya no era necesario configurar los «jumpers» de la tarjeta de expansión para elegir manualmente el canal de comunicación con el microprocesador (IRQ), y el canal de acceso directo a memoria (DMA). Lo normal era añadir al ordenador una tarjeta de sonido, por ejemplo una Ensoniq AudioPCI para un coste menor, o una Sound Blaster Live! para mayor coste y calidad del producto. También se solía insertar en las ranuras de expansión PCI un módem de 56600 bits por segundo, necesario para la conexión a la emergente red Internet. Es importante comentar que, a finales de los noventa, comenzaron a proliferar placas base con algunos componentes integrados como, por ejemplo, la tarjeta de sonido. Con el paso del tiempo se integró también en placa base la tarjeta de red Ethernet con conexión RJ45... apenas usada en los domicilios en 1998 debido a que las redes de banda ancha y los «routers» no habían llegado a los hogares.
Los usuarios mas eruditos utilizaban una muñequera conectada a tierra para descargar la corriente electrostática durante el proceso de montaje del ordenador.
Una vez definidos todos los componentes del equipo, solo era necesario un destornillador de estrella y unas pinzas de depilar en el caso de necesidad de configurar los «jumpers». Los usuarios mas eruditos utilizaban una muñequera conectada a tierra para descargar la corriente electrostática durante el proceso de montaje. El primer paso, antes de introducir la placa base, era configurar, mediante los «jumpers» oportunos, la velocidad FSB y el multiplicador correcto para el microprocesador a insertar.
Durante el proceso de montaje del equipo, posiblemente, lo más delicado era la colocación de la placa base sobre la carcasa, ya que debía quedar totalmente aislada para no generar una derivación de corriente. En ese punto había que combinar la colocación de los tornillos metálicos elevadores en, al menos, cuatro puntos, junto con la correcta sujeción de la placa base mediante tornillos colocados en esos mismos elevadores. Además, era necesario utilizar elevadores de plástico que impedían que la placa base tocara la carcasa en puntos donde no existía sujeción. En este proceso era donde se hacía necesario encajar todos los agujeros en posiciones estándar de la placa base, en los agujeros en posiciones estándar de la carcasa... en algunos casos había que hacer malabares para lograr la coincidencia de los mejores puntos de sujeción... no siempre encajaba placa y carcasa a la perfección.
El gran «drama» de los usuarios instaladores menos experimentados era conectar todos los pines «led» y botones de la carcasa en la placa base.
Una vez sujeta la placa base, el gran «drama» de los usuarios instaladores menos experimentados era conectar todos los pines «led» y botones de la carcasa en la placa base (luz disco duro, luz «power», botón «reset», etcétera). En realidad no era tan difícil, solo era necesario conocer las abreviaturas en inglés de cada pin en la placa base y dejar a la suerte que tanto fabricante de la carcasa, como el de la placa de base, hubieran tenido a bien etiquetar correctamente cada elemento. Además, junto con la placa base, se acompañaba una hoja descriptiva de esas conexiones a modo de manual.
El siguiente paso era insertar las unidades de disco en los zócalos libres de la carcasa más adecuados, de tal forma que pudiera entrar el microprocesador con su ventilador y disipador dejando algo de hueco libre. Posteriormente, se conectaban todas las unidades de disco a la controladora IDE mediante las oportunas mangueras, y se insertaban las tarjetas de expansión: gráfica, tarjeta de sonido, módem.
Una vez montado el equipo, tocaba encenderlo por primera vez, configurar la BIOS, y empezar el proceso de instalación del sistema operativo y los «drivers» necesarios para hacer funcionar en el sistema operativo algunos dispositivos como el «chipset», la tarjeta gráfica, el módem, la tarjeta de sonido, etcétera. La instalación de «drivers» era otro de los momentos complicados para el usuario, ya que dependiendo del hardware y del sistema operativo, a veces surgían mil conflictos.
No solía dar buen resultado ampliar un ordenador más antiguo cambiando solo placa base y microprocesador si previamente no se había valorado la potencia de la fuente de alimentación antigua.
Para la ampliación de un equipo informático en el año 1998, debido a la separación de zócalos provocada por Intel, era necesario sustituir placa base y microprocesador. Y en muchas ocasiones la memoria RAM también. El proceso era desconectar todo y extraer solo placa base y microprocesador, para insertar los nuevos componentes. Pero las ampliaciones que se solían hacer eran ejecutadas por usuarios «amateur» y, en ocasiones, no se tenían en cuenta aspectos como la potencia de la fuente de alimentación, ya que las necesidades energéticas de ordenadores más completos iban en aumento al utilizar más componentes (aunque los microprocesadores redujeran su voltaje progresivamente); no solía dar buen resultado ampliar un ordenador más antiguo cambiando solo placa base y microprocesador si previamente no se había valorado la potencia de la fuente de alimentación antigua, o el espacio libre en la carcasa para una posible necesidad mayor de ventilación -cuanto más moderno el microprocesador más emisión de calor-.
Ahora llegamos a la parte más fea del ensamblado de un ordenador en el año 1998... la parte en la que los componentes nuevos llegaban defectuosos. En el año 1998, y dependiendo de los canales de distribución de los componentes y su control de calidad, al usuario final llegaban muchos componentes defectuosos: placas base, tarjetas gráficas, memoria RAM, etcétera. Encontrar un microprocesador defectuoso era más complicado, pero no era imposible.
Era muy común devolver componentes informáticos que llegaban al usuario final defectuosos.
El resultado final de varios años de experiencia es que el porcentaje de componentes que llegaban defectuosos al comprador final era tan grande, que los que ensamblábamos muchos ordenadores «clónicos» a finales de los noventa, siempre teníamos un juego extra de placa base, microprocesador, y memoria RAM totalmente contrastado en el correcto funcionamiento. Aquel juego extra se utilizaba, únicamente, para averiguar qué componente venía defectuoso cuando el ordenador no funcionaba. Era muy común devolver componentes informáticos que llegaban al usuario final defectuosos; el más devuelto, sin duda alguna, era la placa base seguida de las tarjetas módem PCI que eran extraordinariamente delicadas.
Aunque muchos aspectos de este artículo serían comunes para el montaje de un ordenador «clónico» en la actualidad, el sentido es retornar a la época donde, seguramente, mayor vigencia tuvo el montaje y ampliación de ordenadores por parte del usuario final. Y por ello hemos intentado lograr, mediante este texto, que el lector respire el ambiente de aquellos años en el aspecto del montaje de un ordenador «clónico».
Con una base media de conocimiento sobre software y hardware, cualquier persona se podía enfrentar al ensamblado de su propio ordenador.